La palabra egipcia "luz" fue colocada por Moisés en el arca del pacto. El verbo metafórico de la luz es el símbolo del movimiento eterno, la energía inagotable de la vida. Cristo convirtió esta palabra en una luz viviente, y las velas que los cristianos encienden en las iglesias tienen el eco de esa palabra de verdad. Fuego como un símbolo de movimiento, hay algo que vive mientras se mueve.